Mi experiencia en Fama Academy: Cómo superé mis limitaciones y logré éxito en el modelaje
¿Quién habría dicho que el mayor obstáculo para modelar no era la pasarela, sino el espejo?
Durante años, mi reflejo me devolvía una imagen cargada de dudas. No porque faltara belleza —esa palabra caprichosa que cambia de rostro con cada década—, sino porque me sobraban inseguridades, preguntas, tropiezos sin escenario. Y es que, aunque muchos creen que para triunfar en el modelaje basta con “tener buena percha”, lo cierto es que sin formación, hasta la genética más afortunada camina en círculos.
Mi punto de inflexión no fue un descubrimiento milagroso, sino una decisión informada: entrar a Fama Academy. Y no exagero al decir que allí aprendí más de mí que en ningún otro lugar. Porque sí, claro que nos enseñan a posar. Pero lo verdaderamente revolucionario fue entender que la postura más difícil de dominar es la interna: la de alguien que cree en sí mismo.
Formación profesional: esa elegancia que no se ve
En la moda, como en la vida, lo invisible sostiene lo visible. Lo que parece espontáneo en una foto suele tener detrás horas de ensayo, correcciones, ángulos, miradas, silencios ensayados. En Fama Academy me enseñaron a leer mi cuerpo como se lee un poema: buscando ritmo, intención, pausa.
Aprendí a caminar, sí, pero también a detenerme. A posar, pero sobre todo a habitar el momento. La formación abarcaba desde expresión corporal hasta la alquimia emocional que transforma una foto en una historia. Nada de trucos vacíos: herramientas reales para un oficio real.
De la teoría a la pasarela (y viceversa)
La práctica fue, para mí, un territorio salvaje y necesario. En cada sesión de fotos, en cada desfile, entendí que la teoría se viste con errores. Mis primeras pasarelas fueron una coreografía entre nervios y tacones tambaleantes. Pero cada error fue un peldaño. Y en ese proceso, descubrí que el modelaje, más que un escaparate, puede ser un acto de resistencia: la afirmación serena de quien no se deja reducir a su silueta.
Networking: ese arte de no ir solo
En la industria, el talento es importante, sí. Pero sin red de contactos, el salto al vacío puede ser… un simple tropiezo. Fama Academy me conectó con profesionales generosos, colegas con historias parecidas a la mía, y mentores que sabían cuándo empujar y cuándo sostener. Fue como descubrir que, en una profesión tan visual, lo más valioso sigue siendo invisible: la comunidad.
Después de Fama: no fue magia, fue método
Terminar mi formación no fue el final del camino, sino el primer paso firme. Empecé a trabajar con agencias y marcas que antes parecían castillos en el aire. Las estadísticas lo respaldan —dicen que el 75% de quienes se forman en academias serias encuentran oportunidades con mayor rapidez—, pero la verdadera evidencia está en la piel: esa que ya no tiembla al exponerse.
Hoy camino con otra postura. No por vanidad, sino por certeza. Porque cuando uno se prepara de verdad, el éxito deja de parecer un golpe de suerte y se convierte en el resultado natural de haber hecho los deberes… con tacones.
¿Tú también tienes algo que decir frente a las cámaras?
Si alguna vez te sentiste como yo —perdido entre castings, estándares imposibles y dudas existenciales—, no estás solo. Y, sobre todo, no estás condenado a quedarte ahí. En Fama Academy no prometen fama. Prometen algo más valioso: herramientas, red y formación de verdad.
Y eso, créeme, es mucho más raro —y más necesario— que la belleza.